Una revisión a escala mundial subraya la importancia de integrar la deshabituación tabáquica en la atención clínica del VIH
Las personas con el VIH tienen aproximadamente dos tercios más de probabilidades de ser fumadoras activas que las personas sin el VIH. Esta alta prevalencia se registra tanto en hombres como en mujeres con el VIH en todas las regiones del mundo, excepto en la región del Pacifico Occidental, y constituye un importante obstáculo para que la población con el VIH alcance una esperanza de vida equivalente a la de la población general. Esta es la principal conclusión de una revisión sistemática y metaanálisis a escala mundial cuyos resultados se han publicado en la revista AIDS.
La investigación en el ámbito del VIH ha mostrado de forma sistemática que las personas con el VIH tienen más probabilidades de ser fumadoras o exfumadoras que la población general. El hábito de fumar constituye una de las principales razones por las que, a pesar de los grandes avances en el tratamiento y la atención del VIH, incluso en el contexto de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA), la esperanza de vida general de las personas con el VIH sigue siendo algo menor que la de la población general de características similares.
Sin embargo, la mayoría de los estudios que comparan las tasas de tabaquismo entre personas con y sin el VIH se han realizado en Europa y Norteamérica, lo que significa que las tasas de prevalencia no son tan conocidas en otras regiones del mundo. Por otra parte, también es necesario aclarar si las tasas de tabaquismo difieren en función del género.
Un equipo de investigadores de las universidades de Sheffield y Nottingham (Reino Unido) realizaron una revisión y un metaanálisis de los estudios publicados sobre consumo de tabaco en personas con y sin el VIH. Se trata de la primera revisión que sintetiza todos los estudios en los que se ha comparado directamente la prevalencia del tabaquismo a nivel mundial en personas con y sin VIH.
Los criterios para formar parte de esta revisión fueron estrictos, siendo solamente elegibles los estudios observacionales que comparaban las tasas actuales de tabaquismo de acuerdo con el estado serológico al VIH. Se excluyeron los estudios que incluían a personas con el VIH, pero que se centraban en enfermedades relacionadas con el tabaquismo. La revisión comprendió una estrategia de búsqueda exhaustiva y adaptada, la extracción estandarizada de datos, la evaluación de la calidad por parte de múltiples investigadores y los análisis de subgrupos definidos a priori. Los métodos de fumar incluían los cigarrillos, las pipas, los puros y la pipa de agua (también conocida como hookah, shisha, narguile o cachimba). No se incluyeron los cigarrillos electrónicos, el tabaco de mascar ni el rapé.
Se seleccionaron un total de 37 estudios que cumplían los requisitos, que se realizaron entre 1990 y 2018 y que incluyeron algo más de 111.000 personas con el VIH y algo menos de 11 millones de personas sin el VIH. De ellas, 38.336 personas con el VIH (18.241 hombres y 18.095 mujeres) y 709.358 personas sin el VIH (298.334 hombres y 411.024 mujeres) eran fumadoras en activo.
Por regiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), nueve de los estudios procedían de Europa (Dinamarca, Francia, España y Reino Unido), 17 de América (Brasil, Canadá, Haití y EE UU), siete de África (Ruanda, Sudáfrica, Tanzania, Uganda y Zimbabue), dos del Pacífico occidental (Australia y China) y solo uno del sudeste asiático (India). Un estudio mundial adicional proporcionó datos sobre 28 países de ingresos bajos y medios.
La recopilación de los resultados de los 37 estudios reveló que las personas con el VIH tenían aproximadamente dos tercios más de probabilidades de ser fumadoras activas en comparación con las personas sin el VIH (cociente de probabilidades [CP]= 1,64; intervalo de confianza del 95% (IC95%: 1,45-1,85).
Los hombres con el VIH tenían una probabilidad un 68% mayor de fumar que los hombres sin el VIH (CP= 1,68; IC95%: 1,44-1,95) y las mujeres con el VIH tenían una probabilidad dos veces mayor de fumar en comparación con las mujeres seronegativas (CP= 2,16; IC95%: 1,77-2,63).
Las personas con el VIH tenían más probabilidades de ser fumadores activos que las personas sin el VIH en África (CP= 1,21; IC95%: 1,06-1,37), América (CP= 2,16; IC95%: 1,83-2,55), Europa (CP= 2,32; IC95%: 1,59-3,38) y Asia sudoriental (CP= 1,62; IC95%: 1,38-1,91). La única región de la OMS en la que la diferencia en las probabilidades de fumar no alcanzó significación estadística fue el Pacífico occidental (CP= 1,80; IC95%: 0,82-3,93).
Los estudios que los investigadores consideraron que tenían mayor riesgo de sesgo eran algo más propensos a mostrar que el hábito de fumar era más frecuente entre las personas con VIH (CR= 2,06; IC95%: 1,57-2,71) que los estudios con un menor riesgo de sesgo (CR= 1,54; IC95%: 1,35-1,76), pero las personas con el VIH seguían siendo más propensas a ser fumadoras activas que las personas sin el VIH.
En resumen, la revisión demuestra que las personas con el VIH tienen más probabilidades de ser fumadoras en activo que sus iguales sin el VIH, un hallazgo que se mantiene entre hombres y mujeres y que es consistente en cuatro de las cinco regiones de la OMS, excepto en la región del Pacífico occidental.
El estudio no se diseñó para explicar por qué las personas con el VIH tenían más probabilidades de ser fumadoras activas. No obstante, los investigadores ofrecen una serie de posibles razones basadas en los resultados de estudios anteriores. Entre ellas se encuentran: una baja tasa de abandono del hábito de fumar; una alta prevalencia de depresión; el uso de drogas recreativas; la exclusión social y un menor nivel educativo.
Los investigadores concluyen señalando que los resultados de su revisión ponen de manifiesto la necesidad de contar con estrategias sólidas para ayudar a las personas con el VIH de todo el mundo a dejar de fumar. Se subraya la importancia de integrar la deshabituación tabáquica en la atención rutinaria del VIH, siendo el desarrollo de estrategias eficaces para dejar de fumar una prioridad clara, especialmente en entornos con pocos recursos.
Fuente: (gTt-VIH) Grupo De Trabajo Sobre Tratamientos del Vih http://gtt-vih.org