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Se asocia el tabaquismo, pero no el alcoholismo, a peores resultados en salud relacionados con el VIH

Un estudio estadounidense halla que las personas fumadoras tienen un 60% menos de probabilidades de acceder a la atención del VIH, un 30% menos de continuar en el seguimiento clínico y un 91% menos de alcanzar la supresión viral

Según un estudio estadounidense realizado publicado en la revista Drug and Alcohol Dependence, las personas con el VIH fumadoras tienen una probabilidad un 91% menor de alcanzar la indetectabilidad viral que aquellas que tienen el mismo estado serológico, perio no fuman. Por otro lado, a pesar de que los resultados difieren con investigaciones anteriores, este estudio no ha hallado asociaciones tan significativas entre tener un consumo elevado de alcohol sin fumar y tener peores resultados relacionados con el VIH .

La prevalencia de tabaquismo es más elevada en personas con el VIH que en la población general (véase La Noticia del Día 07/04/2021). El hábito de fumar constituye una de las principales razones por las que, a pesar de los grandes avances en el tratamiento y la atención del VIH, la esperanza de vida general de las personas con el VIH sigue siendo algo menor que la de la población general de características similares.

Así mismo, la frecuencia del trastorno por consumo de alcohol (TCA) en las personas con el VIH es también mucho mayor (véase La Noticia del Día 26/02/2020). Estudios previos han mostrado que el consumo elevado de alcohol se asocia con una peor adherencia al tratamiento antirretroviral y es perjudicial para la actividad inmunitaria, además de aumentar la probabilidad de fallecer y desarrollar daños fisiológicos (véase La Noticia del Día 08/02/2016).

Para averiguar los efectos de estos dos hábitos de consumo en el seguimiento clínico y en ls carga viral, los autores del estudio analizaron los historiales médicos de 8.958 personas que recibieron tratamiento antirretroviral en una unidad de VIH de California del Norte (EEUU). La edad media fue de 48 años y la mayoría eran hombres (91%). El 54% eran blancos, el 18% latinos, el 15% negros y el resto pertenecientes a otras razas o etnias.

Los investigadores rastrearon los datos sobre la frecuencia con la que los participantes informaron haber fumado y bebido. El consumo de alcohol no saludable tuvo distintas definiciones entre hombres y mujeres. Entre los primeros se produciría en aquellos que tuvieran 65 años o menos y tomaran cuatro o más bebidas en un solo día o haber bebido alcohol 15 o más veces a la semana en los últimos 90 días. Para las mujeres el número de bebidas fue menor. En cuanto al tabaco, solo observaron si la persona con el VIH se encontraba fumando en la actualidad.

Los investigadores hallaron que tres de cuatro participantes ni fumaban ni tenían un consumo de alcohol no saludable. Sin embargo, se objetivó que uno de cada 10 participantes tenía un consumo de alcohol no saludable y que el 19% eran fumadores en activo. La mayoría de ellos, el 16%, solo fumaban y no comunicaron tener problemas asociados al consumo de alcohol. Del total de la muestra, un 3% fumaban y tenían un consumo no saludable de alcohol.

El seguimiento clínico se definió como haber asistido a, como mínimo, dos visitas o tener dos resultados de laboratorio en un periodo de 12 meses y con una diferencia entre ellas de, al menos, 60 días. En cuanto a la indetectabilidad viral, los investigadores la definieron como tener una carga vial inferior a 75 copias/mL. Bajo estas premisas, el 84% de los participantes tuvieron un buen seguimiento clínico y el 92% logró alcanzar la supresión de la carga viral durante el periodo de análisis.

Al analizar la posible relación entre el hábito de fumar y/o beber alcohol en cantidades elevada con el seguimiento clínico, se halló que la unidad de VIH tuvo una probabilidad 2,8 veces menor de vincularse con pacientes con el VIH que, al mismo tiempo, tuvieran un consumo elevado de alcohol y fumasen. No obstante, se halló que, una vez accedían a la unidad de VIH, estas personas tuvieron las mismas probabilidades de permanecer en el seguimiento clínico y lograr la indetectabilidad viral.

Del mismo modo, la unidad de VIH pudo vincular y mantener a los pacientes con un consumo elevado de alcohol en el seguimiento clínico de tal forma que estas personas tuvieron la misma probabilidad de conseguir la supresión viral que los pacientes que no tenían problemas con la bebida.

Sin embargo, ese no fue el caso para las personas que fumaban. Tras ajustar los resultados por potenciales factores de confusión como, el origen étnico, el nivel socioeconómico y el sexo, los investigadores hallaron que las personas con el VIH fumadoras tenían un 60% menos de probabilidades de acceder a la atención del VIH, un 30% menos de continuar en el seguimiento clínico y un 91% menos de probabilidades de conseguir la supresión viral.

En sus conclusiones, los autores urgen a abordar de manera específica el tabaquismo en la atención de las personas con el VIH dado que podría suponer un problema para el control de la carga viral y el seguimiento clínico del paciente.