Un proyecto conjunto entre el Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH y Salud Entre Culturas busca formar a la población migrante y al personal sanitario para reducir el impacto de patologías como el VIH.
Un proyecto conjunto entre el Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH y Salud Entre Culturas busca formar a la población migrante y al personal sanitario para reducir el impacto de patologías como el VIH.
«Hace unos meses estuve acompañando a una mujer guineano-española embarazada de cinco meses y diagnosticada con VIH que no había conseguido acceder al sistema sanitario, a pesar de tener DNI en regla», cuenta Ana María Burgos, responsable de la delegación de Madrid del Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt-VIH). El caso no es anecdótico, sino algo muy frecuente entre personas del colectivo migrante, especialmente vulnerables por el contexto sociocultural, económico, administrativo y legal en el que están inmersas.
Ante la necesidad de promover la prevención, los cuidados en salud y facilitar el acceso a la sanidad a personas de orígenes tan exóticos como Guinea Ecuatorial, Georgia o Bangladesh, gTt-VIH decidió en 2019 unir fuerzas con Salud Entre Culturas, una organización sin ánimo de lucro que trabaja en el Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Ramón y Cajal. Su especialización a la hora de atender a los colectivos migrantes les ha llevado a ofrecer un servicio de interpretación y mediación intercultural, la mejor vía de acortar ese abismo a veces insalvable que existe entre el personal sanitario y los pacientes de las más diversas procedencias y culturas.
«Vienen de países con sistemas sanitarios muy irregulares, tienen una concepción distinta de la salud y la enfermedad a la que tenemos aquí y se necesita la figura del mediador para poder intervenir sanitariamente con ellos», explica Ignacio Peña, responsable de Salud Entre Culturas. Habla de profesionales como Serigne Fall, senegalés que lleva 12 años ejerciendo de intérprete y mediador para acompañar a pacientes en consulta, ayudarles en trámites administrativos o a que entiendan que deben seguir los tratamientos pautados por sus médicos. «Muchas veces, en sus países de origen tienen que estar en una situación límite para que les atiendan en el hospital. Nuestra labor consiste, entre otras cosas, en convencerles de que la salud preventiva es mejor para ellos y para la sociedad», explica en perfecto castellano.
MEJOR COMUNICACIÓN
El otro vértice de esta alianza entre ambas entidades es la formación dirigida al personal sanitario y a los profesionales del ámbito social, que diariamente encuentran problemas para atender correctamente a estas personas. Por eso, además de talleres y charlas específicas, han puesto en marcha un proyecto financiado por la Fundación «la Caixa» para crear una web y una app que, a través del juego, les permita autoevaluarse. «Para mejorar la atención a estos colectivos es imprescindible que todos aprendamos a comunicarnos mejor y a detectar los casos antes de que sean graves y tengan que llegar a la atención sanitaria con la salud muy deteriorada», señala Ana María Burgos.
La pandemia ha sido la prueba definitiva de la necesidad de la mediación cultural. Cuando empezó el confinamiento, los carteles en los hospitales y la información que se daba por televisión se daba únicamente en castellano. Además de producir una serie de vídeos cortos en 14 idiomas sobre el covid, ambas entidades lograron establecer pasillos sanitarios para que decenas de pacientes pudieran recibir tratamientos básicos contra el VIH, la hepatitis o la tuberculosis.
En última instancia, los implicados en este proyecto también confían que su labor sirva para que la sociedad en su conjunto entienda «el reto de la migración en busca de mejores condiciones como algo natural que viene desde el origen de nuestra especie», en palabras de Ignacio Peña. «Nadie se echa al mar si no tiene una necesidad imperiosa de sobrevivir o de ofrecer un futuro mejor a sus hijos».
Fuente: (El Mundo) https://www.elmundo.es/