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Las personas con VIH responden a la vacuna de AstraZeneca con una eficacia similar a la observada en población general

Los efectos adversos tampoco se verían condicionados por el estado serológico al VIH

Dos estudios realizados, respectivamente, en Reino Unido y Sudáfrica han concluido que la vacuna de Oxford/AstraZeneca frente a la COVID-19 (acrónimo en inglés de enfermedad por coronavirus 2019) produciría respuestas inmunitarias similares en personas con o sin el VIH. En la misma línea, las personas con el VIH no experimentarían más efectos secundarios que las personas seronegativas. Los dos estudios aún no han sido publicados ni revisados por pares, por lo que sus resultados deben ser interpretados con precaución.

Hay algunas evidencias de que algunos subgrupos de personas con el VIH tienen respuestas más débiles frente a varias vacunas tales como la de la gripe o las de la hepatitis B. Sin embargo, respecto a las vacunas de la COVID-19 aún no se han publicado resultados sobre este asunto.

Para intentar cambiar esto, dos grupos de investigadores evaluaron las respuestas de las personas con el VIH a la vacuna ChAdOx nCov-19, la desarrollada por Oxford/AstraZeneca.

El primero de los estudios fue, en realidad, un subestudio que incluyó a 54 personas con el VIH de Londres (Reino Unido) que participaron en los ensayos clínicos de fase II/III con la vacuna de Oxford/AstraZeneca. Todas ellas recibieron la vacuna (no se incluyó a nadie del grupo placebo). Como grupo comparador, se seleccionó un grupo de 50 participantes del ensayo clínico que también recibieron la vacuna pero no tenían el VIH.

Los criterios de inclusión para las personas con el VIH fueron tener entre 18 y 55 años, estar en tratamiento antirretroviral, tener carga viral indetectable y un recuento de los niveles de CD4 superior a 350 células/mm3. El estudio excluyó a todas aquellas personas que habían ya pasado la COVID-19, hecho que se pudo dilucidar a través de la realización de una prueba de detección de anticuerpos frente al SARS-CoV-2 (virus causante de la COVID-19).

Las 54 personas con el VIH eran hombres, mientras que el grupo control estaba formado por un 50% de hombres y un 50% de mujeres. El 80% de los integrantes de ambos grupos eran de etnia blanca. La mediana del recuento de CD4 en personas con el VIH era de 694 células/mm3.

Todos los participantes recibieron las dos dosis estándar de la vacuna separadas entre ellas 6 semanas. Se realizó un seguimiento de 56 días tras la primera dosis. Durante el seguimiento se midieron cada 2 semanas los niveles de anticuerpos frente al SARS-CoV-2, su capacidad neutralizante, la cantidad de células T específicas frente al SARS-CoV-2 y su capacidad de proliferar en presencia de la proteína S del virus.

Los análisis no mostraron diferencias entre las personas con o sin el VIH ni en la respuesta mediada por anticuerpos generada por la vacuna (inmunidad humoral) ni tampoco en la respuesta mediada por células T (inmunidad celular). La activación inmunitaria asociada al VIH no tuvo repercusión sobre dichos dos tipos de respuesta.

El estudio comparó los eventos adversos experimentados con la vacuna en función del estado serológico. No se hallaron diferencias significativas en la incidencia de los efectos adversos más frecuentes: dolor en el punto de inyección, fatiga, dolor de cabeza y dolor muscular o articular. La incidencia global de efectos adversos fue menor tras la segunda dosis de la vacuna.

El segundo estudio fue llevado a cabo en Sudáfrica también en el marco de un ensayo clínico, en este caso de fase Ib/IIa. En este caso, se eligió a personas con el VIH con carga viral inferior a 1.000 copias/mL. En este caso las dos dosis de la vacuna de Oxford/AstraZeneca se separaron 28 días.

Un total de 104 personas con el VIH y de 70 sin el VIH fueron incluidas en el estudio. El 26% de las personas con el VIH eran hombres, mientras que dicho porcentaje era del 62% entre las personas seronegativas. Todos los participantes, excepto uno, eran de etnia negra. La mediana de la edad de los participantes con el VIH era de 40 años, mientras que en aquellos sin el VIH era de 32 años. La mayoría de las personas con el VIH tenía carga viral indetectable y la mediana del recuento de CD4 era de 695 células/mm3.

El estudio midió los niveles de anticuerpos tras la vacuna y su seguridad. Como en el caso anterior, no halló diferencias significativas en los niveles de anticuerpos durante los 42 días posteriores a la primera dosis de vacuna, el periodo de seguimiento del estudio.

Tampoco se observaron diferencias en la frecuencia de los principales efectos secundarios. Así, una cuarta parte de los integrantes de ambos grupos experimentaron dolor de cabeza, dolor muscular o articular o debilidad.

Los resultados de los dos estudios añaden evidencias sobre la eficacia y seguridad de la vacuna de Oxford/AstraZeneca frente a la COVID-19. Las personas con el VIH de los estudios tenían buenos niveles de CD4 y tenían en su práctica totalidad carga viral indetectable, por lo que estos datos probablemente no serán extrapolables a personas con el VIH de otros perfiles, que deberán ser evaluadas en futuros estudios. Los bajos números de participantes incluidos también impidieron evaluar los efectos adversos más preocupantes de la vacuna –aunque altamente infrecuentes– que han llevado a su limitación de uso en varios países.