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Envejecimiento prematuro y acentuado en personas con el VIH en Canadá

Un modelo de atención compartida y planificada entre las unidades de VIH y la atención primaria permitiría optimizar el diagnóstico y tratamiento precoz de las comorbilidades asociadas a la edad

La población con el VIH en la provincia de la Columbia Británica (Canadá) tiene un riesgo ocho veces mayor de sufrir Alzheimer y otras demencias no asociadas a sida que las personas sin el VIH de características similares. Además, se les diagnostica estas enfermedades 12,5 años antes y presentan una mayor prevalencia de otras enfermedades crónicas asociadas a la edad. Estos son los principales hallazgos de un estudio canadiense cuyos resultados se han publicado en la revista BMJ Open.

Los avances en el tratamiento antirretroviral han permitido que el VIH sea en la actualidad una enfermedad de evolución crónica manejable. La esperanza de vida de las personas con el VIH ha mejorado notablemente, acercándose a la de la población general. En la Columbia Británica (Canadá), por ejemplo, la proporción de personas con el VIH diagnosticadas mayores de 50 años ha aumentado del 47,0% en 2013 al 60,4% en 2018. Envejecer con el VIH comporta que las personas con el VIH experimenten una prevalencia más alta de morbimortalidad por patologías propias del envejecimiento (véase La Noticia del Día 27/10/16). Entre las comorbilidades crónicas relacionadas con la edad más frecuentes en personas con el VIH se incluyen cánceres no relacionados con sida, enfermedades cardiovasculares, pulmonares, renales y hepáticas, así como síndromes geriátricos como fragilidad y multimorbilidad -presentar 2 o más comorbilidades además del VIH- (véase La Noticia del Día 05/11/18).

Con el objetivo de arrojar algo más de luz sobre esta cuestión, un equipo de investigadores del Centro para la Excelencia en VIH/Sida en la Universidad de la Columbia Británica (Canadá) realizó un estudio retrospectivo de cohorte en el que se compararon las tendencias respecto a la prevalencia de nueve comorbilidades crónicas asociadas con el envejecimiento y la edad en el momento del diagnóstico entre personas con y sin el VIH.

Se examinó el estado de salud a lo largo del tiempo de 8.031 personas con el VIH que recibieron tratamiento antirretroviral en la Columbia Británica entre 2000 y 2012. Todos los participantes tenían al menos 19 años de edad y recibieron seguimiento durante al menos un año. El estudio también incluyó a 32.124 personas sin el VIH como grupo de control.

Los investigadores rastrearon los historiales médicos sobre el diagnóstico de nueve enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento: enfermedad cardiovascular, diabetes, hipertensión (presión arterial alta), enfermedad renal, enfermedad hepática, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), cánceres no asociados a sida, osteoartritis y enfermedad de Alzheimer o demencia no relacionada con sida. La gran mayoría de los participantes eran hombres (82%) y la edad media era de 40 años -el 12% tenía menos de 30 años y el 18% tenía 50 años o más-. Aunque no se disponía da datos sobre el origen étnico de casi la mitad de los participantes, se sabía que el 38% eran de raza blanca.

La hipertensión fue la principal causa de comorbilidad asociada con la edad en los controles sin el VIH. La enfermedad hepática fue la comorbilidad más prevalente entre las personas con el VIH, con una tasa 10 veces mayor que en las personas sin el virus (25,3% frente a 2,1%; p<0,0001). Una de cada cuatro personas con el VIH padecía, de este modo, una enfermedad hepática.

Las personas con el VIH tenían una mayor prevalencia de casi todas las enfermedades relacionadas con la edad, además de hipertensión y osteoartritis. La prevalencia de EPOC era cuatro veces mayor en las personas con el VIH (12% frente a 2,8%), la de enfermedad renal, siete veces mayor (15% frente a 1,9%) y la prevalencia de enfermedad de Alzheimer u otra demencia no relacionada con el VIH, ocho veces mayor (3,6% frente a 0,4%) (véase La Noticia del Día 23/02/2021). Las tasas de diabetes fueron casi idénticas en los dos grupos (11% y 10%).

Pero estas comorbilidades no se distribuyeron de forma uniforme entre las personas con el VIH. En particular, las personas con antecedentes de consumo de drogas inyectables presentaban tasas más elevadas de EPOC, enfermedades hepáticas y renales. Por su parte, las personas que fueron asignadas al nacer al sexo femenino registraron tasas mucho más elevadas de enfermedades hepáticas y renales.

En comparación con el grupo control, las personas con el VIH recibieron el diagnóstico de las comorbilidades crónicas asociadas a la edad -excepto diabetes e hipertensión- significativamente antes. De este modo, recibieron el diagnóstico de enfermedad renal 9,5 años antes, un diagnóstico de EPOC, seis años antes y un diagnóstico de enfermedad hepática, cinco años antes. Sin embargo, la diferencia más llamativa se observó en la enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia, ya que las personas con el VIH fueron diagnosticadas 12,5 años antes que los controles sin el VIH.

El equipo de investigadores concluye señalando que, en general, los hallazgos de su estudio subrayan la necesidad de optimizar el cribado de las comorbilidades a una edad más temprana en las personas con el VIH. Los estudios futuros deberían basarse en los hallazgos de este estudio y se deberían centrar en el desarrollo de directrices del manejo del VIH en la atención primaria basadas en la evidencia, que se adapten a las cambiantes necesidades de atención sanitaria de las personas con el VIH, que integren la prevención y la gestión de las enfermedades crónicas y, en última instancia, que garanticen el envejecimiento saludable de esta población.