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El consumo de drogas y la sepsis elevan la frecuencia de ataques cardiacos en jóvenes con el VIH

Describir las causas de los infartos de miocardio en personas con el VIH resulta fundamental para mejorar su prevención y tratamiento

Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Washington, Seattle (EE UU), y publicado en el Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes, los ataques cardíacos causados por sepsis o el uso de drogas son más frecuentes en jóvenes con el VIH, sobre todo entre aquellos habían tenido previamente otro infarto de miocardio. Además, el estudio también ha arrojado evidencia de que incluso las personas jóvenes con VIH tienen ataques cardíacos debido a enfermedad arterial y que las personas mayores con el VIH registran también tasas elevadas de ataques cardíacos debido a la sepsis y al uso de drogas y a la arteriosclerosis.

En la población general, los ataques cardíacos de tipo 1 (ACT1) son más predominantes. La causa principal es la arteriosclerosis coronaria, un proceso crónico y progresivo consistente en la obstrucción de las arterias coronarias por placas rellenas de colesterol (placas de ateroma). La ruptura súbita de una de las placas de ateroma tiene como consecuencia la formación de un pequeño coágulo (trombo) sobre su superficie, el cual obstruye totalmente el paso de sangre a lo largo de la arteria con la subsiguiente falta de riego y muerte de una zona del corazón. Sin embargo, los mismos investigadores de este estudio ya demostraron en un ensayo anterior que las personas con el VIH tenían mayor frecuencia y riesgo de muerte por un ataque cardíaco de tipo 2 (ACT2). Este tipo de infarto tenían entre sus causas la sepsis (una reacción grave a una infección), el uso de cocaína y la hipoxia (niveles bajos de oxígeno).

Las enfermedades cardíacas son una causa cada vez más importante de enfermedad grave y muerte entre las personas con el VIH y ambos tipos de ataques cardíacos presentan factores de riesgos comunes, entre los que se encuentran la dieta y el uso del tratamiento antirretroviral. Sin embargo, también en esta población, las tasas de consumo de drogas y de infecciones por el uso de material no esterilizado para la administración de drogas son elevadas.

Bajo este contexto, los autores del estudio investigaron si había diferencia de edad entre las personas con el VIH según el tipo de ataque cardíaco que hubiesen tenido. Su hipótesis fue que las causas asociadas al ACT2 predominarían entre los jóvenes con el VIH y que las causas relacionadas con el ACT1 también podrían darse con relativa frecuencia también entre los jóvenes.

Se incluyó en el estudio un total de 28.741 personas con el VIH y en seis ciudades de EEUU entre el 2000 y 2019. Los participantes tenían una mediana de edad de 51 años. La mayoría de ellos (79%) eran hombres y un 50% afroamericanos. El 79% estaban tomando terapia antirretroviral.

A partir de los registros médicos de los participantes, dos especialistas identificaron 875 casos de infartos y los revisaron para determinar el tipo de ataque cardíaco, siendo un 53% los ACT1 y un 47% los ACT2. Los participantes presentaron una mediana de 355 células CD4 /mm3 en el momento del ataque cardíaco.

Los ACT1 fueron más frecuentes en hombres que los ACT2 (85% frente a 72%), en blancos (49% frente a 26%), en aquellos que se encontraban tomando estatinas para disminuir el colesterol (49% frente a 25%) o terapia antirretroviral (84% frente a 72%), en los participantes que tenían un nivel más elevado del colesterol LDL (o colesterol ‘malo’. El recuento de CD4 también difirió según el tipo de ataque cardíaco registrándose un promedio de 423 células/mm3 en personas con un ACT1 y de 253 células/mm3 en aquellas con un ACT2.

La incidencia de cada tipo se calculó según la edad (en décadas). Los ACT1 ocurrieron en todas las edades. Esta frecuencia se iniciaba en edades menores a 30 años y aumentaba con la edad, llegando a tener una incidencia de 9 casos por 1.000 persona/años de seguimiento entre los participantes con 70 años o más.

Los eventos de tipo 2 se observaron en todos los grupos de edad y su frecuencia fue aumentando con la edad. No obstante, estos eventos fueron más comunes entre los menores de 40 años mientras que las personas entre 50 y 69 años presentaban mayor frecuencia de eventos de tipo 1. La tasa de eventos de Tipo 2 entre los menores de 30 años fue significativamente mayor (cociente de tasas de incidencia [IRR, en sus siglas en inglés] = 10,0; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 2,43 – 88,24, p <0,001). Estos datos contrastan con los del resto de la población general en los que los ACT2 son poco habituales y suelen registrarse en personas mayores.

Los investigadores hallaron que las causas comunes de los ataques cardiacos de tipo 2 fueron tener insuficiencia respiratoria (10%), el uso de drogas estimulantes –como la cocaína– (11%) y la sepsis (36%.). Esta última causa es menor en la población general que tiene un infarto (10%), pero fue el factor de riesgo más común para un ataque cardíaco entre los participantes con el VIH, presente entre el 27 y el 50% de las pacientes (según la edad).

En sus conclusiones, destacan que los infartos de miocardio tipo 1 y los infartos de miocardio tipo 2 representan entidades clínicas distintas y requieren diferentes enfoques de prevención y tratamiento. Además, un hallazgo clave, según los investigadores, es que las personas con el VIH con un infarto de miocardio tipo 2 fueron más jóvenes que las que tenían un infarto de miocardio tipo 1.