La implicación de los inhibidores de la integrasa en dicho efecto secundario sería más relevante en los primeros 8 meses de tratamiento
Tres amplios estudios presentados en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI 2021), que se celebró recientemente de modo virtual a causa de la pandemia por la COVID-19, han concluido que tenofovir alafenamida (TAF, en Descovy®, Biktarvy®, Symtuza®, Genvoya® y Odefsey®) se vincularía significativamente a un aumento de peso. Mientras que los resultados fueron claros en cuanto a TAF –algo que ya se había visto previamente (véaseLa Noticia del Día 08/07/2020)–. Sin
embargo, los resultados fueron menos claros respecto a los inhibidores de la integrasa –aunque con asociaciones significativas, especialmente al inicio del tratamiento, y cierta sinergia en el aumento de peso al combinarlos con TAF–, algo que ya había sucedido en otros estudios previos y que, incluso, había sido vinculado a una base genética con anterioridad (véaseLa Noticia del Día 27/03/2020).
La controversia respecto a si los inhibidores de la integrasa y/o TAF producen ganancias de peso como efecto secundario viene de largo, con numerosos estudios publicados que apuntan en una u otra dirección. Los tres amplios estudios presentados en la presente CROI 2021 fueron diseñados para obtener resultados consistentes y comenzar a despejar dudas al respecto.
El primero de los estudios presentados –el que contaba con mayor número de participantes- fue el estudio de cohorte RESPOND. Su análisis incluyó a un total de 14.703 personas en tratamiento antirretroviral de Europa y Australia y exploró la relación entre antirretrovirales y un aumento, al menos, el 7% del índice de masa corporal (IMC). El 39% de los participantes tomaban inhibidores de la integrasa al inicio del estudio.
La mayor parte de los participantes eran hombres (el 74%), de etnia blanca (el 91%) y con experiencia en tratamientos previos al que habían comenzado a tomar (el 80%). Los participantes acumularon una mediana de 2,6 años de seguimiento y realizaron una mediana de 4 mediciones de su peso durante dicho periodo.
El 54% de los participantes experimentaron una ganancia del 7% o superior del IMC. Cuatro antirretrovirales –dos de la clase de los inhibidores de la integrasa, uno de los análogos de nucleótido y un no análogo de nucleósido– se asociaron significativamente con un aumento en la probabilidad de ganar peso en el análisis multivariable: dolutegravir (Tivicay®, también en Triumeq®, Dovato® y Juluca®) (cociente de probabilidades [CP]: 1,28; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,18-1,39), raltegravir (Isentress®) (CP: 1,38; IC95%: 1,21-1,58), TAF (CP: 1,43; IC95%: 1,27-1,60) y etravirina (Intelence®) (CP: 1,33; IC95%: 1,09-1,61).
También se detectaron dos factores que se asociaron a un aumento del 7% del IMC durante el estudio de origen no antirretroviral: tener un peso por debajo de la normalidad al inicio del estudio (CP: 2,10; IC95%: 1,91-2,31) y ser de etnia negra (CP: 1,59; IC95%: 1,45-1,74)
La probabilidad de aumentar de peso al combinar dolutegravir y TAF fue superior al tomarse juntos respecto al efecto de cada uno de ellos por separado, mostrando cierta sinergia respecto a dicho efecto secundario.
Tanto dolutegravir como TAF se asociaron de forma independiente también a aumentos del IMC superiores al 30%. De hecho, la exposición a cada uno de estos dos fármacos duplicó el riesgo de experimentar dicho aumento.
El segundo de los estudios evaluó si el uso previo de tenofovir disoproxilo fumarato (TDF, especialidad farmacéutica genérica [EFG], en Truvada® y Atripla®) o el paso de TDF a TAF conllevaba un mayor riesgo de aumentar de peso en personas en tratamiento con un inhibidor de la integrasa. Los investigadores contaron con la participación de 2.272 personas en tratamiento antirretroviral de EE UU. Todos tenían carga viral indetectable y cambiaron a un régimen antirretroviral basado en un inhibidor de la integrasa. El 64% ya tomaban un inhibidor de la integrasa antes del cambio y el 47% pasaron de TDF a TAF.
El 60% de los participantes tenían sobrepeso u obesidad al inicio del estudio.
Los participantes ganaron un promedio de 1,3Kg en el año previo al cambio de tratamiento, sin diferencias en función de los fármacos. Sin embargo, aumentos de peso superiores al 3% fueron más frecuentes en quienes pasaron a elvitegravir que en quienes pasaron a bictegravir (41% y 35%, respectivamente; p= 0,031). Aumentos de peso superiores al 10% fueron más probables en quienes pasaron a dolutegravir que en quienes lo hicieron a bictegravir (10% y 6%, respectivamente; p= 0,03).
El análisis multivariable –ajustado en función de las características iniciales, tratamiento previo y de si se dio o no cambio de TDF a TAF– no observó diferencias en la ganancia de peso en función del inhibidor de la integrasa seleccionado.
Sin embargo, sí se observó una mayor probabilidad de experimentar un aumento de peso superior al 10% en mujeres (tasa de riesgo ajustado [TRa]: 2,2; IC95%: 1,5-3,2), personas con peso normal o por debajo de la normalidad al inicio (TRa: 2,3; IC95%: 1,7-3,1), quienes cambiaron a un inhibidor de la integrasa desde un régimen antirretroviral sin inhibidores de la integrasa (TRa: 2,2; IC95%: 1,2-4,1) y en quienes pasaron de TDF a TAF (TRa: 1,6; IC95%: 1,1-2,4).
El tercero de los estudios, un análisis del estudio HIV Outpatients Study, observó que cambiar a un inhibidor de la integrasa se asociaría a un aumento de peso, algo que tendría lugar especialmente en los primeros 8 meses. A partir de ese momento el aumento de peso sería principalmente atribuible a TAF.
El estudio, realizado en 8 hospitales estadounidenses, analizó los cambios de peso entre los años 2007 y 2018 en todas aquellas personas que habían cambiado de tratamiento antirretroviral. El presente análisis incluyó a 736 personas que cambiaron a un inhibidor de la integrasa y/o a TAF. El 20% de los participantes eran mujeres, el 26% de etnia negra y la mediana de la edad era de 51 años.
El aumento de peso fue máximo en quienes cambiaron a un inhibidor de la integrasa y TAF durante los primeros 8 meses (p <0,001). A partir de ese momento siguieron una pauta de aumento de peso similar a la observada entre quienes tomaban un fármaco de una familia diferente a los inhibidores de la integrasa junto a TAF. Ello hizo que los investigadores concluyeran que, al tomar un inhibidor de la integrasa junto a TAF, el 87% del aumento de peso en los primeros 8 meses sería atribuible al inhibidor de la integrasa y que, a partir de ese momento, el 73% del aumento de peso sería atribuible a TAF.
Los resultados de estos estudios, tomados en conjunto, evidencian que tanto TAF –de forma más consistente- como los inhibidores de la integrasa –especialmente durante los primeros meses de tratamiento- se vincularían a un aumento de peso. Este hecho debería ser tenido en cuenta por los médicos especialistas en VIH de cara a valorar la posible relevancia futura de este efecto secundario en el momento de prescribir el fármaco a partir de las características basales de la persona a la cual van a prescribírselo.
Fuente: (gTt-VIH) Grupo De Trabajo Sobre Tratamientos del Vih http://gtt-vih.org