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CROI 2021: La infección por el VIH bien controlada no aumentaría mortalidad tras ingreso hospitalario por COVID-19 en España

Un estudio llevado a cabo por investigadores de la cohorte CoRIS no halló diferencias significativas en el número o el tipo de comorbilidades entre las personas con o sin el VIH

Un estudio español presentado en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI), celebrada recientemente de forma virtual debido a la pandemia de la COVID-19, ha concluido que una infección por el VIH bien controlada no condicionaría de forma significativa ni la gravedad en el momento del ingreso hospitalario ni el pronóstico de las personas con COVID-19.

Diversos estudios realizados a lo largo de los últimos meses han entrado en contradicción respecto a si las personas con el VIH se encontrarían en mayor o menor riesgo de padecer COVID-19 (acrónimo en inglés de enfermedad por coronavirus 2019). Recientemente, dos estudios ingleses apuntaron a que existiría un mayor riesgo de muerte por COVID-19 entre personas con el VIH (véase La Noticia del Día 26/04/2021), aunque en ellos se observó que los determinantes sociales jugaban un importante papel (las personas con el VIH de etnia negra, con una alta exposición ocupacional al SARS-CoV-2, virus causante de la COVID-19, presentaban un riesgo de fallecer desproporcionadamente alto). Se ha apuntado el papel de tener bajos niveles de CD4 (véase La Noticia del Día 07/01/2021) sobre un mayor riesgo de padecer COVID-19 grave, algo que, de hecho, ha sido el único factor asociado al VIH tenido en cuenta para la priorización de su vacunación en España. Por otro lado, ha sido una constante el papel de las comorbilidades –con mayor impacto sobre la población con el VIH que la población general– como condicionante de los riesgos asociados a la COVID-19.

Para arrojar más luz sobre este asunto, un equipo de investigadores españoles comparó las características y los resultados clínicos de personas con el VIH con los de personas sin el VIH en el contexto de ingresos hospitalarios por COVID-19. Los datos clínicos provinieron de la primera ola de la pandemia (entre marzo y junio de 2020).

Para el presente estudio, los investigadores partieron de datos de 10.922 personas con el VIH en seguimiento activo incluidas en la Cohorte de la Red de Investigación en Sida (CoRIS). Cada persona con el VIH ingresada por COVID-19 detectada en los registros fue emparejada con 5 personas sin el VIH de la misma edad y sexo seleccionadas de una cohorte multicéntrica española de personas hospitalizadas por COVID-19 que contaba con registros de más de 4.000 pacientes.

Los casos se registraron con un formulario basado en el protocolo ISARIC-WHO, ampliamente utilizado durante la presente pandemia por COVID-19. En el momento del ingreso hospitalario se registraron datos para obtener la puntuación en la escala COVID-19 SEIMC, que establece una predicción de la mortalidad a 30 días y se basa en edad; sexo; disnea; saturación de oxígeno; cociente entre niveles de neutrófilos y linfocitos y tasa de filtración glomerular estimada. Los principales resultados a comparar entre ambos grupos fueron la necesidad de ventilación mecánica y la mortalidad intrahospitalaria por cualquier causa.

De entre las 45 personas con el VIH y diagnóstico de COVID-19 identificadas en los datos de CoRIS, un total de 21 fueron hospitalizadas. Según el diseño del estudio antes referido, sus datos fueron comparados con los de 105 controles.

La mediana de la edad en ambos grupos era de 53 años y el 90,5% eran hombres. Entre los participantes con el VIH, el 19% tenían historial de uso de drogas intravenosas, el 95% se encontraban en tratamiento antirretroviral, el 94% tenían carga viral indetectable y la mediana del recuento de CD4 era de 595 células/mm3.

En el estudio no se hallaron diferencias significativas en el número o el tipo de comorbilidades; signos y síntomas al ingreso; resultados analíticos o resultados de pruebas radiológicas.

La mediana en la puntuación COVID-19 SEIMC en el momento del ingreso fue de 5 en personas con el VIH y de 4 en personas sin el VIH (diferencia no significativa).

El 33% de las personas con el VIH y el 27% de aquellas sin el VIH recibieron tratamiento con corticosteroides (p= 0,58). Ninguna persona con el VIH y solo el 2,9% de aquellas sin el VIH recibieron remdesivir (p= 0,426).

En el momento del ingreso, el 9,5% de las personas con el VIH y el 23,3% de aquellas no infectadas recibieron ventilación mecánica (p= 0,158).

La mortalidad intrahospitalaria fue del 9,5% entre las personas con el VIH y del 11,4% entre las personas sin el VIH (una vez más, diferencia no significativa; p= 0,8).

Los resultados del presente estudio muestran que el VIH no aumentaría la mortalidad intrahospitalaria por COVID-19. Sin embargo, el hecho de que los participantes tuvieran una mediana de edad más joven y una carga de comorbilidades baja hacen dudar si realmente se había dado con el grupo de personas con el VIH más vulnerables a la COVID-19 en este estudio. El bajo número de participantes tampoco ayudó a hallazgos significativos. Cabe destacar que, por ejemplo, en el Reino Unido se identificaron grupos de personas con el VIH con mayor vulnerabilidad a la COVID-19 a partir de los 60 años y en el presente estudio la mediana de la edad era de 53 años. Por ello, cabe interpretar los presentes resultados con precaución y hacerlo junto a los de estudios de mayor tamaño.