Se trata de una intervención prometedora que complementa a los recursos para el cuidado de la salud mental existentes, sin la necesidad de una interacción presencial y con una mínima intervención del profesional sanitario
En la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI 2021) –que se ha celebrado esta semana de manera virtual debido a la pandemia de la COVID-19– se han presentado los resultados de un estudio que podría ser la primera investigación en mostrar el efecto del mindfulness en la disminución significativa de los niveles de depresión, ansiedad y soledad en personas con el VIH mayores de 50 años
En la actualidad, las personas mayores con el VIH presentan con frecuencia altos niveles de soledad, ansiedad y depresión, lo que puede relacionarse con una peor salud mental, un peor desempeño cognitivo y un peor bienestar y calidad de vida (véase La Noticia del Día 04/09/2020). Existe cierta evidencia que sugiere que las sesiones de mindfulness on-line podrían aliviar estos problemas, algo especialmente útil en momentos como los actuales en los que dichos problemas mentales se han podido ver agravados como consecuencia de las restricciones implementadas para evitar la movilidad y controlar la epidemia de COVID-19.
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El mindfulness es un tipo de meditación enfocada a ser consciente de lo que se está sintiendo en el momento sin que haya alguna interpretación o juicio y aplica métodos de respiración, imágenes guiadas y otras técnicas para relajar el cuerpo y la mente y reducir el estrés.
Estudios previos han mostrado que las sesiones on-line de mindfulness pueden ser de gran ayuda para tratar la depresión, la ansiedad y la soledad en población general adulta con niveles elevados de estrés. Con el fin de averiguar si el mindfulness podría tener el mismo impacto, un grupo de investigadores estadounidenses pusieron en marcha una investigación (estudio AMBR) anidada en el estudio de cohorte observacional AD HOC en personas con el VIH mayores de 50 años. Los participantes tenían una media de edad de 60 años. La mayoría (89%) eran hombres y homosexuales (74%) y un 69% eran blancos.
Los participantes cumplimentaron cuestionarios basales que cubrían muchos temas, desde actividades hasta bienestar, adherencia a la medicación o vivienda. A principios de 2020, se habían recibido 1.047 respuestas que revelaron que un 21% tendría depresión, otro 21% ansiedad y un 51% depresión. Las tres categorías podían ser informadas por un mismo participante de tal manera que un 16% reveló encontrarse deprimido y ansioso a la vez. Los investigadores fueron conscientes de que las restricciones como consecuencia de la COVID-19 podían haber agravado dichos síntomas.
El estudio de distribución aleatoria y grupo control se llevó a cabo entre mayo y agosto de 2020 y comparó un grupo de participantes que recibió las sesiones de audio on-line de mindfulness (n=107) con otro grupo de pacientes de la cohorte a los que no se realizó ninguna intervención (n=107). Para evaluar la depresión y la ansiedad se utilizaron, respectivamente, la Escala de Depresión del Centro de Estudios Epidemiológicos (CES-D-10) con un rango de 0 a 30; y la Evaluación del Trastorno de Ansiedad Generalizada (GAD-7) con un rango de 1 a 21. La soledad se midió de dos maneras distintas, a través de la Escala de Soledad en Tres Ítems (3IL) con un rango de 1 al 7 en las dos últimas semanas de manera diaria y por medio de un diario en el que cada paciente anotaba cada día cuán solo se sentía.
Los participantes del grupo de intervención recibieron 14 sesiones de mindfulness en formato audio pregrabado durante 25 días. Las lecciones fueron, para la mayoría de los participantes, fáciles de usar dado que podían escucharlas en cualquier dispositivo conectado a internet cuando deseasen.
Transcurridos los 25 días, los participantes volvieron a cumplimentar los mismos cuestionarios que rellenaron a nivel basal: un 93% de los participantes del grupo de intervención (n=99) y un 96% de los participantes del brazo control (n=103). Dentro del primer grupo, el 85% completó el total de sesiones y el 92% completó la cantidad suficiente considerada por los investigadores, 10 lecciones.
Al analizar los datos, los investigadores encontraron que los niveles de depresión en todos los participantes del brazo de intervención habían mejorado en 2,6 puntos (p<0,01) en comparación con los pacientes del grupo control lo que supuso una diferencia del 20% entre los participantes de los dos brazos. El efecto de la intervención se hizo más notable al fijarse específicamente en los participantes que habían informado depresión al inicio del estudio: la mejora fue de 4,2 puntos (p<0,01) y hubo una diferencia del 26% entre los dos brazos.
Los niveles de ansiedad disminuyeron en 1,5 puntos (p<0,03) en todos los participantes del brazo de intervención lo que supuso una diferencia del 22% con el brazo control. Esta disminución aumentó en 2,4 puntos en aquellas personas que se encontraban ansiosos al inicio del estudio. Esto supuso una diferencia del 26% entre los dos brazos.
En cuanto a la soledad, los resultados fueron mixtos, Por un lado, no se observaron cambios significativos en cuanto a la autopercepción de soledad en las dos semanas anteriores entre los dos brazos del estudio. Sin embargo, el nivel de soledad registrada en los diarios sí se redujo de forma significativa. Por ejemplo, los participantes que al inicio del estudio refirieron un nivel de soledad, como mínimo, moderada vieron cómo sus niveles disminuyeron en 0,7 (p<0,001), lo que se traduce en una mejora del 19%.
Los investigadores completaron en análisis del estudio analizando tres subgrupos clave: uno que incluía a hispanos, negros y mujeres; otros de personas con comorbilidades que podría aumentar el riesgo de desarrollar COVID-19 grave, como obesidad, diabetes y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC); y un último grupo de personas con ingresos anuales inferiores a 50.000 dólares y que podrían ver limitado gravemente su acceso a los cuidados de salud mental. En los tres grupos la depresión, la ansiedad y la soledad mejoraron de manera significativa, o estuvieron cerca de hacerlo.
En las conclusiones del estudio, los investigadores califican como prometedores estos resultados y señalan que las sesiones en formato audio on-line de mindfulness podrían ofrecer un alivio emocional a muchas personas mayores con el VIH que padecen depresión, ansiedad y soledad. Además, esta intervención se muestra prometedora como complemento para los recursos de salud mental existentes, sin la necesidad de una interacción presencial y con una mínima intervención del profesional de la salud.
Fuente: (gTt-VIH) Grupo De Trabajo Sobre Tratamientos del Vih http://gtt-vih.org