Los pacientes en quimioterapia, trasplantados, en diálisis o con síndrome de Down mayores de 40 años son los nuevos grupos priorizados por su alto riesgo de mortalidad por covid
La familia de Juan Antonio Manrique, de 71 años, lo tenía “en una burbuja”. En plena pandemia, él, enfermo renal crónico y atado a la diálisis tres veces por semana, era población de muy alto riesgo si contraía la covid. “Estaba muy débil. Ni siquiera celebramos su 50 aniversario de casado”, relata su hija, Encarnación. Pero Juan Antonio estaba obligado a subirse en una ambulancia en días alternos para acudir al centro de diálisis, donde recibía tratamiento junto a otros pacientes. Era un trayecto de media hora entre Roquetas de Mar (Almería) y la capital de la provincia, que compartía con otros enfermos dializados. El hombre terminó infectándose y falleció por coronavirus, al igual que otros tres pacientes con los que viajaba en la ambulancia, aunque se desconoce si el vehículo fue el punto de contagio.
Mantener la burbuja de aislamiento se convirtió en un imposible para muchos pacientes en diálisis y la pandemia se cebó con ellos. Por su exposición al virus y la vulnerabilidad que acarrea su enfermedad de base. Más de 4.700 enfermos renales con este tratamiento se han contagiado y la mortalidad fue del 25%, según la Sociedad Española de Nefrología. De hecho, este altísimo riesgo de muerte ha precipitado que ahora las personas dializadas sean uno de los primeros grupos de enfermos crónicos que el Ministerio de Sanidad ha priorizado en la vacunación. Después de los ancianos, los sanitarios y los trabajadores esenciales, es el turno de los otros vulnerables: los trasplantados, los pacientes oncológicos en quimioterapia, las personas con cáncer de pulmón, los enfermos renales en diálisis y aquellos con síndrome de Down mayores de 40 años. Sanidad ha empezado a poner nombre a los colectivos de enfermos de mayor riesgo, pero falta saber el cómo y el cuándo. El ministerio solo ha concretado que empezarán a vacunarse al terminar con los mayores de 80 años, aunque no ha indicado con qué vacuna ni la fecha de inicio.
Eran muchos los enfermos crónicos o con condiciones de riesgo que aspiraban a entrar en este bloque: además de los criterios de edad, las personas obesas, con cirrosis, esquizofrenia o esclerosis múltiple, los pacientes oncológicos o aquellos con antecedentes de enfermedad cerebrovascular estaban, por ejemplo, en la lista de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene como los colectivos de mayor riesgo. Pero con las vacunas llegando todavía a cuentagotas, tocaba volver a priorizar dentro de los prioritarios. Cristina Avendaño, coordinadora del grupo de vacunación de la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme), el organismo que ha colaborado con Sanidad en la priorización de las condiciones de riesgo, asegura que entregarán al ministerio “el informe con la identificación de los grupos de riesgo: hay algunos que ya están claros y definidos, pero eso no quiere decir que sean los únicos. Son condiciones que identifican pacientes con un riesgo muy elevado de enfermedad grave y mortalidad asociadas a la covid. La idea no es hacer una lista precisa, sino ir por bloques. Ahora es el turno del bloque de los de mucho más riesgo”.
La revisión de la evidencia científica ha sido clave para dirimir las condiciones más graves y el criterio que ha prevalecido es el riesgo de mortalidad asociado a la covid, insisten las voces que han participado en la decisión. “Entiendo que la gente esté inquieta porque su enfermedad le genere sensación de vulnerabilidad ante el virus”, sostiene Federico de Montalvo, presidente del Comité de Bioética de España y miembro de la ponencia que decide la estrategia de vacunas. “Pero la sensación de riesgo es una cosa y la evidencia científica, otra. Hay situaciones donde la enfermedad es funesta y otras en que no lo es”.
También ha influido, no obstante, que estos grupos se tendrán que solapar con la vacunación de los mayores de 70 años, admite Avendaño. “Hay que tener en cuenta la disponibilidad de vacunas y la operatividad. En los pacientes en diálisis, por ejemplo, se junta el alto riesgo de enfermedad grave con que van al hospital, que es un circuito diferente al de atención primaria, y permite que se solape con la vacunación a los mayores de 70”, ejemplifica.
En cualquier caso, los expertos consultados coinciden en que cualquiera de las condiciones de riesgo seleccionadas por Sanidad son adecuadas. Los siguientes son los grupos priorizados.
Pacientes en diálisis. El riesgo de mortalidad por covid de este grupo es 3,5 veces mayor que el de la población general de su misma edad y sexo, según Facme. “Son pacientes que ya están en un estado de inmunosupresión y suelen tener muchas patologías. Venir al hospital a dializarse supone un riesgo porque también acostumbran a venir en ambulancias colectivas, lo que ha supuesto un mayor número de contagios”, tercia Patricia de Sequera, presidenta de la Sociedad Española de Nefrología. La hija de Juan Antonio cree que eso fue lo que sucedió en el caso de su padre y prepara ahora una denuncia junto a otras dos familias de pacientes dializados que murieron de covid, informa Javier Arroyo.
Personas trasplantadas o en lista de espera. Este colectivo tiene las defensas muy bajas al tomar inmunosupresores para evitar que el organismo rechace el nuevo órgano, por lo que es más vulnerable a las infecciones. “Tienen un riesgo de mortalidad hasta seis veces mayor que la población general, si bien podría haber diferencias según el tipo de trasplante, el tiempo transcurrido o la intensidad del tratamiento inmunosupresor”, apunta Avendaño. Cataluña ya se adelantó a la decisión oficial de la administración de vacunas y, hace dos semanas, empezó a llamar a este grupo.
Personas con síndrome de Down mayores de 40 años. Varios estudios señalan que las personas con esta condición presentan tasas significativamente más altas de complicaciones médicas y mortalidad, especialmente a partir de esa edad. “Lo que se ha visto es que, como las personas con Down tienen un envejecimiento prematuro, la edad biológica no se corresponde con la cronológica. Genéticamente también son más susceptibles y reúnen factores que empeoran la covid”, sostiene Natalia Cuenca, coordinadora del Centro Médico Barcelona Down de la Fundación Catalana de Síndrome de Down. Cuenca apela a la cautela antes de celebrar la vacunación inminente. “Nos gusta ir con pies de plomo porque la vacuna no se ha testado en el colectivo. No sabemos si el grado de eficacia es el mismo”, sostiene. Pero Avendaño replica a las suspicacias: “En los ensayos nunca entran todas las poblaciones, pero eso no quiere decir que no sepamos lo que hacen las vacunas en personas inmunodeprimidas, por ejemplo: pueden tener una respuesta más baja, pero sabemos que hay respuesta y merece la pena vacunarlos. Sabemos aplicar el conocimiento general a casos particulares”. Todas las vacunas, insiste, están disponibles para la población de riesgo: “En la medida que podamos elegir, aquellas con más expectativa de eficacia tendrían que ir para estos grupos de riesgo, que tienen más dificultad de respuesta”.
Pacientes oncológicos. Sanidad ha optado por empezar con todos aquellos pacientes con enfermedades oncohematológicas y tumores sólidos que están en tratamientos de quimioterapia. También hace especial hincapié en la vacunación a las personas con cáncer de pulmón, tanto si están con quimio como con inmunoterapia. El presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica, Álvaro Rodríguez-Lescure, reflexiona: “La priorización nos parece adecuada. Las personas con cáncer de pulmón tienen historias largas de broncopatía crónica o cardiopatías y el riesgo de muerte y complicaciones y muerte con la covid es mucho mayor”.
La selección de estos grupos entre todos los enfermos crónicos o más vulnerables es el primer paso, pero los expertos consultados reclaman más concreción. “Hay muchos tipos de quimioterapia, por ejemplo. Habrá que precisar y concretar más”, opina Rodríguez-Lescure, mientras que Begoña Barragán, presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer, asegura que en su colectivo están “preocupados” y tienen “miedo” porque no saben “cuándo se hará efectiva esta vacunación”. Avendaño anuncia que habrá más explicaciones. “No es lo mismo un trasplante reciente, que uno de 15 años, que tiene la inmunosupresión más baja”, asume, y anuncia “una lista más concreta” dentro de las primeras priorizaciones.
Federico de Montalvo, por su parte, insiste en que la estrategia de vacunas es un documento “vivo”, que se adapta a la evidencia científica que va surgiendo. Pero celebra el anuncio de los nuevos grupos de riesgo, aunque no se sepa la fecha exacta de inicio de la vacunación. “Es importante que a estas personas se les generen unas expectativas cuanto antes, pero con cuidado. Se trata de buscar un equilibrio entre no dar falsas expectativas y que los grupos vulnerables empiecen a tener una respuesta para bajar el nivel de ansiedad”, sostiene.
Los trastornos mentales se quedan fuera
Sanidad no ha priorizado ninguna patología de salud mental en los primeros grupos de enfermos crónicos a vacunar. Ni siquiera la depresión o la esquizofrenia, que tienen más riesgo de complicaciones y muertes asociadas a la covid. “Tienen el mismo riesgo que una persona con un trasplante. Si tienes un trastorno de salud mental grave tienes el doble de posibilidades de contagiarte de la covid. Y si te contagias, el doble de posibilidades de morir”, defiende Celso Arango, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría.
La organización científica ha enviado una carta al Ministerio de Sanidad exigiendo que se priorice a este colectivo. Arango sostiene que lo más urgente es vacunar a quienes padecen esquizofrenia, trastorno bipolar y trastornos de la personalidad. “Sabemos que las personas con trastorno mental grave tardan más en pedir ayuda porque tienen más alto el umbral del dolor y más dificultad para pedir auxilio por su situación cognitiva. Tardan más en llegar y llegan en peor estado”, alerta el psiquiatra.
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